¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
El caso es que tú estabas dentro de mí y yo fuera.
Y fuera te andaba buscando y, como un engendro de fealdad, me abalanzaba sobre la belleza de tus criaturas.
Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me tenían prisionero lejos de ti aquellas cosas que, si no existieran en ti, serían algo inexistente.
Me llamaste, me gritaste, y desfondaste mi sordera.
Relampagueaste, resplandeciste, y tu resplandor disipó mi ceguera.
Exhalaste tus perfumes, respiré hondo y suspiro por ti.
Te he paladeado, y me muero de hambre y de sed.
Me has tocado, y ardo en deseos de tu paz.
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El domingo vi una película sobre la vida de San Agustin y me encantó escuchar estas palabras tan reales para algunos de nosotros y me ha vuelto a gustar encontrarlas en tu cas. Gracias
ResponderEliminarGracias a TI Angelo . Te mando un abrazo y reza por mi familia en tu nevera
ResponderEliminaradri
Endulza el alma volver a leer este texto de San Agustín, qué real es !.
ResponderEliminarUn abrazo y bendiciones.